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Gran Elegido y Perfecto Sublime Masón - Grado 14º

 


El Grado de “Gran Elegido y Perfecto Sublime Masón”, grado 14º del REAA, y el Grado 13º (Maestro del Arco Real) están estrechamente relacionados. El Grado 13° es la antecámara del Grado 14°, otorgándole consistencia y significado. La leyenda se asocia con la piedra cúbica y el Inefable nombre de la Deidad descubierto y tomado por el Rey Salomón en el Grado 13º y que continúa aquí con la Bóveda Sagrada.

El Grado 13º significa el paso definitivo desde la Masonería de la Escuadra, que trabaja sobre líneas rectas, hacia la Masonería del Arco o de la Cúpula, que trabaja sobre curvas, lo que nos recuerda de pasar “de la escuadra al compás”.

La Logia representa a la “Bóveda Secreta” excavada debajo del sitio donde se halla ubicado el Sancta Santorum. Este grado constituye el punto más resaltante de la Masonería Inefable; es precisamente la clave del arco, el descubrimiento cuya comprensión completa se alcanzará en el Grado 14º, el de la Perfección.

El Rey Salomón hizo construir esta bóveda secreta, y para llegar a ella era necesario atravesar otras 8 bóvedas. El noveno arco o bóveda se hallaba ubicada bajo el pavimento del Templo, en el subsuelo del Sancta Santorum. Es aquí donde el Rey Salomón junto con el Rey de Tiro e Hiram Abiff tenían sus reuniones secretas.

Después que Adoniram, Joabert y Stolkin descubrieron el cubo donde se guardaba la placa de oro depositado por ENOCH y descifrada su inscripción misteriosa; informado de esto Salomón y el Rey de Tiro resolvieron depositar tal hallazgo en la novena cámara permitiendo a estos 3 Maestros acceder y dándoles la pautas para pronunciar el “Inefable Nombre”.

Salomón decide poner la piedra cúbica encontrada en una bóveda subterránea especial usada por él mismo, el Rey Hiram de Tiro y el Maestro Hiram Abíff, para las conferencias privadas. La diferencia entre la cripta de Enoc y la de Salomón, forma la alegoría de este y del grado 13º.

Su esencia es el conocimiento de la Palabra Perdida, que algunas Leyendas comparan con una piedra perdida. Aquí se aprende a escribir la Palabra, en el grado siguiente a pronunciarla. El término “Real” se introduce aquí no en el sentido de “monárquico”, sino de regio, brillante, sublime, inefable, elevado.

Este Grado 13º celebra la unión con la energía divina que se encuentra en nosotros y nos lleva a un nivel de trascendencia de nuestro Ser. Pero la vida no se detiene con el día de esta unión, muy al contrario, es cuando empieza. Nuestro papel, nuestro objetivo último en la tierra consiste en vivir la unión entre la materia y la luz eterna con una fidelidad constante que no ceda a las tentaciones del mundo de la noche y las tinieblas.

El Gran Elegido Perfecto y Sublime Masón o Maestro de la Bóveda Sagrada es la culminación de la Leyenda del Arco Real, grado que puede considerarse como su antecámara. A su vez, el Grado 14° es la conclusión, la piedra angular de todo el conjunto de los Grados Inefables. Se refiere a un estado del Ser, en el que la expresión exterior corresponde verdaderamente a su auténtica naturaleza interna.

Por ello, todo el Ritual y su Instrucción giran en torno al conocimiento y la correcta pronunciación de la Palabra Inefable, antes Perdida y ahora Recuperada. En todo el grado se enfatiza la transmisión ininterrumpida de la Iniciación masónica desde el Templo de Salomón hasta los Templarios y, a través de las corporaciones de constructores medievales y la posterior Masonería especulativa, hasta la actualidad.

Cuando se comienza a transitar en el Grado 14º empiezan las enseñanzas de que nadie por muy poderoso que sea puede imponer a nadie una creencia religiosa o culto alguno. La única ley que se debe propagar es la Libertad de Conciencia; para que cada uno adopte libremente la ciencia y el culto que mejor le parezca.

Como hemos mencionado ante, el misterio central del Gran Elegido, Perfecto y Sublime Masón gira en torno de un concepto fundamental: el Verbo, la Palabra y el Nombre. “El Gran Nombre, el Nombre Inefable, el Nombre de los Nombres, que fue confiado a la memoria de los Grandes Elegidos y sólo podría ser transmitido letra por letra a las siguientes generaciones”.

Pero la Palabra Creadora no es exclusiva del Ser que la pronuncia, sino que es un principio creativo universal y fundamental, manifestado en todos y cada uno de los seres. Verbo, Palabra, sonido, nota musical, vibración original creadora. El principio viviente del Universo debe ser el infinito, mientras todas nuestras ideas y concepciones sólo son finitas y aplicables a seres finitos.

Cada vez que se quería pronunciar la Palabra, el Delta de Hiram Abiff debía trasladarse desde el Templo de Salomón hasta la Bóveda Sagrada, para completar los Cuatro Deltas. Con los Cuatro Deltas recuperaron la pronunciación de la Palabra Perdida, y establecieron el grado de la Perfección. Los dos Reyes y los tres Maestros fueron los primeros en poseerlo; los cinco hicieron el Juramento solemne de no pronunciar jamás abiertamente la Palabra Perdida.

Aunque debemos decir que, ciertamente y verdaderamente, hay una Palabra Verdadera, y también hay Palabras Substitutas de la misma. Después de haber perdido la Palabra en el grado de Maestro, y de haberla buscado a través de todos los grados intermedios, concluimos que todas las palabras eran finalmente substitutos de la Palabra Impronunciable. 

Es decir, que la búsqueda y el hallazgo terminaron revelándonos que la Verdadera Palabra estaba perdida…desde siempre. Y el Universo entero es una Palabra Perdida, es la Voz original que, saliendo de su Unidad, se ha dispersado en las infinitas variaciones de la multiplicidad.

La Verdadera Palabra, no es la Verdad absoluta y perfecta respecto a Dios; pero sí la más alta y noble concepción de Él, y que nuestras mentes son capaces de captar y formar, y esta palabra es Inefable, porque un hombre no puede comunicarle a otro hombre su propia concepción acerca de la Deidad, el concepto que cada hombre tiene de Dios es adquirida por el cultivo de su mente, y por su capacidad y entendimiento intelectual y moral, Dios es, como cada hombre lo conciba como imagen reflejada del hombre.

La concepción de Dios, de cada hombre puede variar de acuerdo con su culto, creencias y convicciones mentales y morales. La Deidad no es un objeto de conocimiento, pero sí de Fe, de convicción interior, para aproximarse a la comprensión, en el sentido moral, no puede ser concebido, pero si puede ser sentido. El concepto de Dios y la pronunciación de su nombre son un imposible partiendo de un axioma que se resume muy fácil; “no podemos comprender con nuestra mente finita y limitada lo infinito e inconmensurable, lo Inefable o lo Sublime”.

El masón considera a Dios como un gobernador moral, así como un creador original; como un dios cercano, y no simplemente uno lejos en la distancia del espacio infinito y en la lejanía de la eternidad pasada o futura. Él concibe a Él como un interés vigilante y presidencial en los asuntos del mundo y como una influencia en los corazones y las acciones de los hombres.

En este grado 14º es de vital importancia la comprensión de nuestro Gran Símbolo y eje principal de nuestros trabajos. El G.∙.A.∙.D.∙.U.∙. representa la totalidad de la vida, lo pasado, lo presente y lo futuro demostrándonos así la continuación indefinida de la vida. Representa la unidad universal, esta unidad es una realidad absoluta a la que los masones llamamos Gran Arquitecto del Universo.

Este Gran Símbolo proclama la existencia y necesidad de dos leyes superiores EL EQUILIBRIO Y LA ARMONIA; no pudiendo existir una sin la otra como si fuesen una sola unidad. Se define como “LEY NATURAL” como aquella en donde los mundos físicos, intelectuales y morales; ley absoluta e inmutable que determina todo en el universo y es la reguladora de nuestras almas e inteligencia; y debe ser la base de las leyes humanas.

Bajo el Delta luminoso, el que preside los Trabajos es el Tres Veces Poderoso Gran Maestro, representando a Salomón, rey sabio, conservador y trasmisor de la sagrada Tradición que conduce la Obra hacia la Perfección contenida en el Verbo, en la Palabra creadora. Aquí tenemos tres figuras representadas en un solo símbolo y por eso se denomina “Tres Veces Poderoso Gran Maestro”. A su derecha se halla Hiram, rey de Tiro, poseedor de cuanto es necesario transformar para construir el Templo. A la izquierda de Salomón se halla Galaad, Guardián de los Sellos de la Bóveda, jefe de los Levitas, que dio su vida por preservar la Palabra de toda mistificación. Al Occidente de la Bóveda se halla Adonhiram, hijo de Abda, Primer Gran Vigilante de la Obra Sagrada y sucesor de Hiram en la coordinación de las tareas constructoras.

Durante la ceremonia habéis pasado por tres Altares. El Altar de los Sacrificios es el punto donde se consigue la Libertad. Este Altar no representa un acto cruento o el sacrificio de alguna función natural humana, sea esta física o intelectual. El “sacrificio” es la muerte de un personaje, el sacrificio de una máscara, para dar expresión a la libre voluntad del Sí-Mismo, para lograr la autenticidad, la expresión de nuestra Verdad.

El Altar de los Perfumes, aunque se derive de los rituales hebreos, representa una invocación a las fuerzas de la Naturaleza, tiene un claro simbolismo alquímico: el “perfume” es el resultado de la purificación de las substancias de la tierra, de la acción del fuego sobre la materia, para liberar sus esencias básicas.

El Altar de los Juramentos es el Centro de donde emanan las ondas de Luz y de Vida; y este Altar Central es precisamente ese Sí-Mismo, el núcleo de nuestro ser, el verdadero Yo.

Los 12 panes de la Mesa de la Proposición, que en cierta forma es un cuarto Altar, representa la comunión mística de la Humanidad, la unidad de todos los Hermanos, que participan del mismo banquete. Los 12 panes, símbolo de la fuerza, de la energía, del alimento, representan las doce experiencias cualitativas que debe experimentar el hombre durante la jornada de su existencia, indican los doce signos zodiacales, los doce trabajos de Hércules y las 12 tribus de Israel.

En la placa sobre la piedra observaréis un círculo que representa el Universo, el triángulo el Ternario Superior de la Cábala. Kéter (Corona. Providencia equilibrante), Jojmá (La Sabiduría) y Biná (La Inteligencia siempre Activa).

En la ceremonia se os ha preguntado lo aprendido en los Grados previos, y habéis respondido a muchas de ellas de forma clara, diáfana y acertada. No vamos a detallar o extendernos en las preguntas y respuestas de esos grados. Para ello contamos con los “cuadernillos de instrucción” que os serán facilitados para vuestra lectura, ampliación y profundización de los temas tratados en cada uno de ellos. Rogamos la lectura de los mismos.

Para la Libertad de Conciencia, la pronunciación del nombre de Dios y el libre albedrío, nuestro ritual contempla el siguiente párrafo que es de una profunda significación y sentido para este grado.


“La única ley que debe propagarse es la Libertad de la conciencia, y la verdadera pronunciación del nombre de Dios es indecible, porque la convicción de su existencia es de tal naturaleza, que ningún hombre puede decir que se le ha revelado en la magnitud de su grandeza. El que trata de imponer a otro la esclavitud de la conciencia, no sólo insulta el libre albedrío, sino que consigue envilecerle. Lo que debéis estudiar, son los derechos del hombre para dictar las leyes que los afirmen, si verdaderamente aspiráis al grado de perfección en que trabajamos.”

La Virtud y la Muerte – entendiendo a la muerte como el paso de lo profano a lo sagrado, o mejor dicho, como la muerte iniciática – son dos importantes conceptos que se hallan a lo largo de todos los grados que el masón recorre, desde su iniciación masónica y que culmina con el último de los llamados Grados de Perfección o Inefables. Un proceso de “despertar” interior del Ser para resaltar y hacer florecer esas virtudes innatas y que sólo salen a luz mediante la Iniciación. 

Este grado contempla el uso un anillo en el dedo del corazón. Es de oro y lleva grabadas en su parte interior las palabras latinas: “Virtus junxit, mors non separavit” (La virtud une lo que la muerte no puede separar). Tiene grabado además un triángulo con la letra yod.

El Oro es el metal que representa la Virtud que adorna y ennoblece al hombre en su conjunto. Este metal representa la perfección de "los metales" que podemos entender como nuestras cualidades, que han de perfeccionarse como el oro, hasta alcanzar el estado óptimo en que cumplan con su cometido al completo. El anillo nos recuerda el compromiso que hemos adquirido en la perfección a través de la Virtud. No es un compromiso con los demás, sino con nosotros mismos y por eso la inscripción se halla en el interior del anillo, donde solo nosotros sabemos que está.

La letra "yod" en el alfabeto hebreo (י) es la décima letra y representa el sonido consonante de la “y" o "i" en castellano. En la Cábala, la tradición mística judía, la letra "yod" se considera una letra sagrada que simboliza la creación y la conexión con lo divino. También se utiliza en la numerología hebrea, donde tiene un valor numérico de 10. La letra "yod" a menudo se ve como una representación del punto de origen del universo, lo que significa la singularidad y la unidad de Dios.

Con esta letra empieza el nombre de YHVH, cuando el Creador le dice “Yo Soy el que Soy”; frase que Dios daría como respuesta cuando Moisés le interroga por su nombre. Es la más común traducción en español de la respuesta que Dios usó en el Tanaj (Antiguo Testamento), cuando Moisés le preguntó por su nombre en la Zarza Ardiente. La letra “Yod” en el hombre indica su destino en el mundo por venir.

La letra “Yod” representa el Punto Infinito, un pequeño punto suspendido, revela la chispa de bondad esencial. El secreto de este punto es el poder del Infinito de contener el fenómeno reducido dentro del Si Mismo, y expresarlo en la realidad externa aparente.

El punto inicial, el poder esencial de la letra “Yod”, es el "pequeño que contiene mucho. "Mucho" se refiere aquí al Infinito de Dios escondido dentro del punto inicial de revelación, que se refleja como el potencial Absoluto que tiene el punto por desarrollarse y expresarse en todo el múltiple fenómeno finito de tiempo y espacio.

El objeto práctico de la Masonería en cada uno de sus grados es el mejoramiento físico y moral, así como el perfeccionamiento intelectual y espiritual de los individuos y, por ende, de la sociedad.

Ninguno de estos objetos se puede alcanzar, sino por medio de la diseminación de la verdad. La falsedad de las doctrinas y la falacia de los principios son las causas principales de las miserias de los hombres y las desgracias de las sociedades.

Para realizar esta magna tarea descrita en este trabajo, y que lo realizado no se destruya cuando no estemos en esta vida, hay que construir una Alianza con nuestro Ser más íntimo, de tal forma que unidos por la virtud no lo separe la muerte; continuando así la Gran Obra a través del tiempo superando así la muerte.

Es Cuanto Tres Veces Poderoso Maestro.


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