Es la propiedad y tendencia de cada ser, humano o no, por un principio universal establecido en la creación. La ciencia evoluciona como la filosofía.
El Masón evoluciona con cada sesión a la que asiste, tanto por el mejor conocimiento que adquiere como por la mejora de su conducta social.
Se predica el amor fraternal, y este, obviamente, no se limita a la relación entre los Hermanos Masónicos, sino que se refleja en el comportamiento general, en contacto con los profanos, en la mejora de la familia.
Cada masón tiene el deber de evolucionar diariamente; debe reprimir sus instintos, reeducar su filosofía de vida y ver en otros, no un competidor y un enemigo, sino alguien que es la criatura de Dios y que merece nuestro afecto y buena voluntad.
La evolución es dinámica y visible; Está claro cuándo el Masón cambia para ser un mejor ciudadano y un mejor jefe de familia.
Esta evolución debe ser consciente, equilibrada y controlada.
El masón, en primer lugar, debe ser lo suficientemente inteligente como para transformarse en su propio beneficio, para los suyos y para la sociedad.
Breviário Maçônico / Rizzardo da Camino, - 6. Ed. – São Paulo. Madras, 2014, p. 159.
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