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Necesidad de Reencarnación


La idea de la reencarnación es muy antigua, formando parte de la tradición cultural y religiosa de los pueblos que componen la humanidad terrena.  No fue inventado por el Espiritismo y fue confirmado por Jesús, en su diálogo con el fariseo Nicodemo: "De cierto os digo que quien no ha nacido de nuevo no puede ver el reino de Dios".  (Juan 3: 3)

 Sobre la tumba de Allan Kardec, en París, hay una inscripción que resume el pensamiento espírita sobre el tema: “Nace, muere, renace, quieta y progresa sin cesar, tal es la ley (la cita también está en el libro Qué es el Espiritismo).

 Encarnado, para quienes se rigen por esta doctrina, se refiere al primer nacimiento del Espíritu en un cuerpo físico, o en cierta Humanidad.  La reencarnación se refiere a los sucesivos renacimientos del Espíritu, en el mismo Planeta o en otros.  Así, Dios impone a los hombres la “encarnación para llevarlos a la perfección.  […] Pero para alcanzar esta perfección, tienen que sufrir todas las vicisitudes de la existencia corporal […] ”.

 La encarnación tiene otro propósito: poner al Espíritu en condiciones de cumplir su parte en la obra de la creación.  Llevarlo a cabo es que, en cada mundo, se toma un instrumento [cuerpo físico] en armonía con la materia esencial de ese mundo, para cumplir en él, desde ese punto de vista, las órdenes de Dios.  Es así como, contribuyendo al trabajo general, se avanza.

 La reencarnación se acepta como una ley natural, que favorece la evolución del Espíritu.  En cada existencia corporal, el Espíritu recibe oportunidades para reparar los errores mencionados en existencias anteriores y desarrollar nuevos aprendizajes.  Cada reencarnación está precedida por una planificación, que permite que la persona reencarnada renazca en un entorno favorable y con personas donde es necesario desarrollar el aprendizaje y el éxito espiritual.

 La reencarnación expresa la justicia divina y la misericordia que, sin condenar al ofensor - como proclaman algunas interpretaciones religiosas - le da al Espíritu la oportunidad de corregir los errores, cometidos por la ignorancia misma de no saber medir las consecuencias de sus propias acciones, lastimando o lastimando a las personas.

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