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Piedra Cúbica o Piedra Filosofal



Por Alberto Pérez Fiallo
En la masoneria todo se transmite mediante símbolos, no solamente de carácter teórico y especulativo sino también de carácter práctico y operativo, actúa en el interior de la conciencia de los que se abren a él, produciendo el orden y la interpretación en lo profundo de nuestro ser.
Se abren a nosotros para orientarnos constantemente durante el proceso de construcción de nuestro propio templo interior, sirviéndonos de piedra angular en todas las acciones externas que debemos emprender al poner nuestras luces al servicio de la institución.

Según Albert Gallatin Mackey en su Enciclopedia de la Francmasonería nos dice que el simbolismo de la piedra, por la razón de su dureza, ha sido desde los tiempos más antiguos el símbolo de la fuerza, fortaleza y fundación sólida. La palabra hebrea EBEN, que significa piedra, según Gesenio se deriva de una raíz que está fuera de uso, la que es ABAN, construir, de donde proviene aban, Arquitecto; y fen: él la hace referir a AMANAH, que significa columna, alianza, y verdad.

La piedra, por lo tanto, dice Portal, (Símbolos del antiguo Egipto) puede considerarse como el símbolo de la fe y la verdad: de la que Cristo enseñaba el verdadero principio de la simbología, al llamar a Pedro, quien representaba la fe, la roca o piedra sobre la cual él construiría su Iglesia. Pero en hebreo así como en la simbología egipcia, la piedra era algunas veces el símbolo de la falsedad. De aquí que el nombre de Tifón, el principio del mal en la teología egipcia, se escribía siempre en los caracteres jeroglíficos con el signo determinativo para la piedra. Además, la piedra de Tifón era la piedra labrada, la que tenía la misma significación maligna en el hebreo. Por esto Jehová se refiere en el Exodo "tu no me construirás un altar de piedra labrada;" y Joshua construyó, en el Monte Ebal, "un altar de piedras brutas, que ningún hombre había tocado”.

Las piedras cortadas eran por lo tanto el símbolo del mal y la falsedad; y las piedras sin labrar, del bien y la verdad. Esto debe satisfacernos por el hecho de que el simbolismo masónico de la piedra, que es lo contrario de esto, no ha sido derivado de la simbología hebrea ni tampoco de la egipcia, sino que resultó de las ideas arquitectónicas de los Masones Activos; puesto que en la Masonería el Ashler bruto, o piedra sin labrar, es el símbolo del mal en el hombre y su condición corrompida; en tanto que el Ashler perfecto, o la piedra labrada, es el símbolo de conocimiento de perfeccionamiento individual que con sus herramienta lograra, es la naturaleza mejorada y perfecta.

La piedra filosofal era la doctrina de los alquimistas, que decían que existía cierto mineral cuyo descubrimiento era el objeto de su arte porque siendo mezclado con metales más bajos se podía transmutar entonces en oro. Este mineral conocido únicamente por los adeptos le llamaban lapis philosophorum, o la lápida de los filósofo.

La mención de la piedra filosofal en la escritura se puede encontrar en Cheirokmeta de Zósimo de Panolis (fue un alquimista griego de finales del siglo III y comienzos del IV, nacido en Panópolis en el Alto Egipto ,quien escribió los libros de alquimia más antiguos de que se tenga noticia, conocidos sólo por citas en griego original, o traducciones en Sirio o Árabe c. 300 d.C.). Aunque los escritores alquímicos le asignaron una historia más antigua. Y por eso nuestro querido hermano Elias Ashmole y el autor de Gloria Mundi (1620) afirmaba que su historia se remonta a Adán, que adquirió el conocimiento de la piedra directamente de Dios. Se dice que este conocimiento fue transmitido a través de los patriarcas bíblicos, dándoles su longevidad. La leyenda de la piedra también se comparó con la historia bíblica del famoso Templo de Salomón y la piedra angular rechazada descrita en el Salmo 118.

Las raíces teóricas que describen la creación de la piedra también se remontan a la filosofía griega.

Más tarde, los alquimistas utilizaron los elementos clásicos,el concepto de ánima mundi, y las historias de creación presentados en textos como el Timeo de Platón (un diálogo escrito por Platón. Se piensa que realizó una serie de escritos sobre el alma humana y la naturaleza)como analogías para su proceso. Según Platón, los cuatro elementos se derivan de una fuente común o materia prima (primera cuestión), asociado al caos. Como primera materia es también el nombre alquimista asignado a la materia prima para la creación de la piedra filosofal. La importancia de esta primera cuestión filosófica persistió a través de la historia de la alquimia.

En el siglo XVII, Thomas Vaughan escribió, “la primera cuestión de la piedra es la misma con la primera cuestión de todas las cosas”.

Hitchcock, que escribió un libro en 1857, (la Alquimía y los Alquimistas,) con el fín de mantener la proposición de que la alquimía era una ciencia simbólica, que su objeto era el Hombre, y su designio la perfección de los hombres, sosteniendo que la piedra filosofal era el símbolo del hombre. Cita al filósofo hermético antiguo, Isaac Holland, cuando dice que "aunque el hombre sea pobre, puede sin embargo obtener fácilmente la obra de la perfección, y puede emplearle en construir la piedra filosofal". Entonces, la piedra filosofal de los alquimistas, y el templo espiritual de los masones son símbolos idénticos.

En correspondencia a esto veremos que el monograma Vitriol se nos manifiesta de la siguiente manera: Visitas Interiorem Terae, Rectificando Invenies Occumea es por eso que desde el mismo cuarto de reflexiones se nos encamina en la búsqueda de la piedra que no es más que el concepto filosófico que se traduce en Visita al interior de la tierra y rectificando encontraras la lápida oculta, es decir el yo real o la piedra filosofal.

Esta es, como dice su significado, la piedra o fundamento del amante de la verdad, sea ​​"de aquel que busca y encuentra en él la sabiduria del amor.

Los alquimistas la traducían por" Desciende a las entrañas de la tierra y destilando encontraras la piedra de la obra ". En alquimia metálica, el Vitriolo era el sulfato de hierro, cobre o zinc, y el aceite de vitriolo el ácido sulfúrico. VITROLUM encontraremos este término en donde al significado anterior se le agrega "Veram Medicinam"(la medicina verdadera), estas iniciales forman un termino iniciatico que expresa la ley de un proceso de transformación referente al retorno del ser al núcleo mas íntimo de la persona y viene a decir: "desciende a lo mas profundo de ti mismo y encuentra el núcleo indivisible sobre el cual podrás edificar otra personalidad, un hombre nuevo ".

Ahora nos tocaría estudiar una importante ceremonia, realizada en el primer grado, ahí el candidato se convierte en piedra en bruto, el cual mediante sus estudios se convertirá en la piedra fundamental sobre el cual se supone que descansa todo el edificio de nuestra orden, es la piedra más importante de la construcción de este hombre nuevo. Es por eso que simbólicamente se le indica ir puliendo sus imperfecciones y oscurantismos porque aún pertenecen a la parte septentrional norte de la logia, que quiere decir la de menos iluminación intelectual, pero busca la luz del conocimiento y la verdad siguiendo el sendero que lo encamina hacia el Oriente, aferrándose aún parcialmente a la ignorancia del mundo profano, relativo a su desconocimiento de nuestros misterios y enseñanzas, por eso el aprendiz, según algunos autores masónicos, lo definen filosóficamente como piedra en bruto, porque le será necesario a él, trabajar sobre si mismo, mediante una tarea constante, puramente interior desembarazándose de toda aspereza para integrarse en el edificio universal masónico.

La piedra es una Hirofania, pues revela una realidad sagrada. Era también conocida por diversos nombres en la antigiedad, "agua nostra, mercurius vinus, argentum vinum, vinum arders, agua vital, succus lunarie, y otros.

A sus cuatro lados como piedra Cúbica le corresponde siete puntos, tres de la parte superior y cuatro de la inferior, 7•4=28 + 4 puntos en su base = 32. Más el punto del ápice = 33. Estos son los grados de la masonería Escocesa análogos a las vértebras de la columna vertebral, por eso es que decimos que la piedra es el hombre o el masón. Según la Kabbalah, Dios creó al mundo por los 32 senderos secretos de la sabiduría, en el Sepher Yetzirah estos 32 senderos se definen como los 10 Sephiroth Sagrados.

Además en la Kabbalah cada símbolo admite una interpretación sobre distintos planos, y a través de sus asociaciones astrológicas pueden relacionarse.

El cabalista se pone a trabajar de modo diferente, a las demás tendencias, no procura hacer que la mente se eleve en las alas de la metafísica, para ingresar en el aire enrarecido de la realidad abstracta; formula un símbolo concreto que el ojo podrá ver, y lo deja que represente la realidad abstracta que ninguna mente humana sin instrucción podrá captar.

Cada Sephiroth corresponde a los 32 senderos del arbol de la vida, el primero el Kether en la imagen mágica corresponde a un rey anciano, barbudo, visto de perlil, su situación en el árbol es al frente de la columna en el equilibrio en el Triángulo Supremo, que componen los tres triángulos del diagrama del árbol, de ahí la importancia también del triángulo como primera figura geométrica y el cuadrado como la segunda, del triángulo surge la pirámide como primera unidad de volumen y del cuadrado surge el cubo como segunda unidad de volumen.

Es el cubo perfecto que junto a la pirámide conforman la piedra cúbica. Los antiguos alquimistas explicaban así la virtud de su célebre piedra filosofal.

Un símbolo Inesperado se encuentra en los documentos masónicos del siglo XVIII. Es la piedra cúbica en cuya punta esta hendida un hacha. Este instrumento indica sin dudas que es necesario abrir la piedra, rajarla, a fin de llegar a su contenido, a su esoterismo.

La coronación piramidal del cubo, podría por otra parte equivaler a la cruz colocada sobre el cuadro en el Ideograma de la piedra filosofal.

El estudio de la filosofía no se improvisa sino que llega a ser tal mediante un juicio perfecto adquiriendo las cualidades necesarias, por medio de un recto discernimiento que ha de conducirlo a la justa y perfecta comprensión, utilizando el fuego vital de la que ha de servirse para forjar y transmutar los metales de nuestra personalidad en armonía con los planes directivos de su inteligencia, con el objetivo de que pueden realizar las obras para las cuales están destinadas. Es la llama del amor que nunca se apaga y es el medio de que nos servimos mediante nuestra capacidad neuronal, para dominar y utilizar adecuadamente nuestros instintos que sostienen nuestro templo interior en toda nuestra existencia, para alcanzar valor y efectividad, aquel que caracteriza y distingue los valores nobles de los innobles, el dominio de los instintos ha de ser una labor contínua de cada día.

Por eso el estudio de la piedra cúbica debe ser profundo porque en ella se encuentran comprendidas todas las figuras geométricas conocidas.

Tiene nueve caras, las que en sí encierran una filosofía distinta, debido a la variedad de signos y figuras que contienen.

Muchos han sido los escritores e investigadores que han tratado el tema de la piedra Cúbica sin embargo en nuestros días se conoce muy poco de ella.

En el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, de Lorenzo Frau Abrines, nos dice que la piedra cúbica es aquella sobre la que se ejercitan los Maestros masones.

Entre los emblemas que deben representarse siempre en el cuadro del primer grado, figura en tercer lugar. En los templos simbólicos se halla a la derecha de la columna B .. en el Rito Moderno Francés, y junto a la J .. en el Escocés Antiguo y Aceptado. En la bóveda secreta de los Elegidos de los Nueve, representa la piedra de ágata de forma cuadrangular en la cual Salomon mandó esculpir las palabras secretas del Arte Real.

Simboliza al masón o al hombre civilizado, y es tambien el emblema de los conocimientos humanos. Se dice simbólicamente que el Compañero prepara y afila las herramientas del Maestro sobre la piedra cúbica, y en efecto es exacta esta alegoría, porque la piedra cúbica encierra todos los conocimientos que preceden a una perfecta instrucción, y pueden trazarse con ella todas las figuras de la Geometría. Esta piedra, es uno de los emblemas mas interesantes e instructivos de la Masonería, constituye una de las bases más esenciales de la misma. Existe un dibujo exacto de ella, en el que se nos muestra el desarrollo intelectual y simbólico de sus cuatro caras y la tapa superior, dispuestas de manera que sea fácil su estudio; y que a continuación insertamos una explicacion bastante completa como detallada de este importantísimo emblema.

Una de las caras laterales de la piedra cúbica que presentamos (el lado de la izquierda ), se halla dividido, en 100 casillas: 26 de ellos contienen los geroglíficos, teniendo debajo otras 26 con las letras itálicas que les representan y les son correspondientes: a continuacion 4 casillas ocupadas por los geroglíficos compuestos, van seguidas de igual número, conteniendo los correspondientes caracteres itálicos: la puntuación geroglífica ocupa las 12 casillas que siguen, a las que corresponden igual número, con los caracteres vulgares que les son equivalentes, y las 32 restantes se hallan ocupadas por otras tantas cifras comprensivas, del 1 al 70.

A ambos lados del triángulo que forma el chaflán superior, se hallan representados dos niveles para enseñarnos que la instrucción iguala a los hombres, y que el talento eleva los hombres de más humilde condición hasta el nivel de lós más grandes de la tierra.

La segunda cara lateral, que es la que puede llamarse de fachada o principal, ha sido reputada con sobrada justicia, como una obra maestra porque encierra en su composición una división de 81 casillas que forman el cuadrado de 9, en las que se encierran todas las palabras misteriosas desde el primer grado hasta el 15. ° del Régimen Escocés que profesa el Gran Oriente de Francia.

Para poderlas encontrar tal como se hallan contenidas se empieza por la T, que se halla en el vértice inferior del ángulo de la izquierdo; síguele la U, que está en la segunda casilla vertical de encima y ​​juntas forman la primera sílaba de la palabra de pase del primer grado de Aprendiz (del Rito Moderno Francés): sigue luego la B correspondiente a la segunda casilla de la primera línea inferior, luego la A de primera casilla. correspondiente a la tercera línea horizontal subiendo, desciéndese bajando a encontrar la L con la que se forma la segunda sílaba del precitado nombre; siguiendo bajando diagonalmente pararemos a la C, correspondiente a la tercera casilla de la línea inferior, desde la que volveremos a subir para ir a encontrar a la A de la primera casilla correspondiente a la cuarta línea horizontal y tendremos la tercera sílaba; descendiendo diagonalmente descubriremos fácilmente la I y la N que completan la palabra. La J, que ocupa el cuarto cuadro de la línea inferior junto con la A de la primera casilla, correspondiente a la quinta línea horizontal, nos descubre el principio o sea la primera sílaba de la palabra sagrada del segundo grado, y fácil le será al Compañero, siguiendo la marcha indicada, encontrar el completo de dicha palabra, y así sucesivamente para los demás grados, hasta llegar a la última casilla del vértice del ángulo superior de la de recta TH en oposición con la T, por la que se ha empezado.

Las 16 casillas triangulares del chaflán superior forman en conjunto un gran triángulo o Delta, emblema de la Divinidad, según los egipcios, representado en nuestras Logias por el triángulo luminoso, que figura al Oriente debajo del dosel que cobija el trono del Venerable Maestro, llevando escrito en caracteres hebráicos el nombre inefable del G. A. D. U .

En estas 16 casillas se halla colocada la palabra sagrada de los Elegidos (Escocés, grado 5. ° del Rito..Mod .. Francés) el Tetragrammaton, o sea la palabra innominable del Gran Jehová, que se hallaba esculpida en el precioso Delta que Salomon consagró a la sabiduría.

Los querubines que figuran en ambos lados de este triángulo, indican el carácter de divinidad de que van revestidas todas Ias ceremonias de este grado, que anuncian la doctrina de los masones, adoradores de un único Dios al que no pierden nunca de vista en todas sus acciones.

Conocidos estos dos lados de la piedra, entraremos a dar la explicación de otros detalles relacionados con las ciencias que forman parte esencial de la instrucción de muchos grados. Los antiguos iniciados en los misterios del sacerdote nos legaron la ciencia de los cálculos que nos han sido transmitidos: esta nos conduce naturalmente a la Geometría, que empieza por el conocimiento de los números, cuya clave debemos a los egipcios. Esta es la que se halla dibujada sobre el lado o cara de la derecha de la piedra.

Esta clave se compone de un cuadrado perfecto dividido en cuatro partes iguales por dos líneas, una perpendicular y la otra horizontal, y por dos diagonales de ángulo a ángulo que subdividen el cuadrado en 8 partes triangulares. En este cuadrado se encuentran las diez cifras desde el 1 al 0.
El uno es una línea perpendicular.

El dos está tomado de un cuadrado cualquiera de los cuatro.

El tres se toma del lado superior horizontal del cuadrado mayor; tírase una diagonal que vaya a parar al vértice del ángulo inferior de la derecha, y junto con el lado inferior horizontal.

El cuatro está formado del lado vertical de la derecha, de una diagonal que desde el extremo superior del mismo vaya a parar al punto medio del lado opuesto y de una horizontal del primero, lo que forma efectivamente un 4 perfecto.

El cinco se forma por una línea que, partiendo del punto medio del lado horizontal superior del cuadrado mayor vaya a unirse con el punto medio del lado vertical de la izquierda; de éste punto pasa a encontrar horizontalmente el lado vertical de la derecha en su punto medio, baja verticalmente hasta el extremo inferior del mismo y sigue el lado horizontal inferior en toda su extensión.

El seis se hace trazando una diagonal que partiendo del punto medio del lado horizontal superior del cuadrado mayor vaya a unirse con el vértice del ángulo inferior de la izquierda, y siguiendo este horizontalmente en toda su extensión hasta el vértice de la derecha se une diagonalmente con el centro por medio de una diagonal.

El siete se construye tomando el lado horizontal superior, y bajando una diagonal que vaya a parar desde el vértice del ángulo superior de la derecha al inferior opuesto.

El ocho está formado de los lados paralelos horizonta- les y de las dos diagonales correspondientes a sus extremos.

Para el nueve se sigue el mismo procedimiento que para el seis, invirtiendo la operacion.

Por último, el cero es el cuadrado.

Como se ve, las antiguas cifras eran todas angulares. A medida que los pueblos se fueron educando y adquiriendo el sentimiento del buen gusto, fueron dando a sus caracteres unas formas mas redondeadas y agradables, hasta que adquirieron la elegancia y delicadeza que hoy tienen nuestros números llamados árabes muy impropiamente.

El conocimiento de la geometría condujo a nuestros antepasados ​​al estudio del mundo habitado, y pronto supieron profundizar este dédalo de la inmensidad rasgando la bóveda azulada que ocultaba a sus ojos tanto misterio.

Entonces el hombre se dedicó al estudio de la sublime ciencia de las matemáticas, que únicamente conocían y profesaban los iniciados en los misterios de segundo orden.

Esta ciencia les condujo paulatinamente al descubrimiento de las leyes y fenómenos de la naturaleza, mediante la observación del Sol, de la Luna y de los astros, y también del orden periódico con que se suceden las estaciones.

El primer lado de la derecha de la piedra contiene une representación de este antiquísimo sistema. Los cuatro círculos concéntricos que se ven dibujados en el gran sistema, el cuadrado de esta cara, representa las cuatro regiones que existían, según presumían, alrededor de la tierra; por medio de la observación del curso del Sol, se descubrieron los cuatro puntos cardinales: Oriente, Occidente, Mediodía y Norte. Los cuatro cuadrados sirven de ángulos de división para las estaciones, dando el cuarto del año solar de unos 91 dias aproximadamente, lo que daba unos 364 días para el año entero, al que se agregaba uno o dos días más al final de un período determinado.

Los magos observaron, con la mayor atención la naturaleza por entero, y esto les indujo a querer conocer la esencia de su composición. La inmensidad del fluido aéreo, sembrado de estas luces centelleantes que ellos tomaron por otros tantos soles a los que con el transcurso del tiempo se dió el nombre de estrellas; el poder del aire sobre todas las sustancias y la acorde unidad de las leyes orgánicas les llevó a la admiración de las maravillas de la naturaleza y excitó su curiosidad para aumentar sus investigaciones, para aumentar sus descubrimientos hasta ver si podían llegar a conocer el principio vivificador o sea el alma del Universo. Este trabajo les llevó al reconocimiento de la divinidad, único principio de la conservación y de la organización Universal, así es que adoraron al Sér Supremo en todas las producciones de la tierra, como obra de su misterioso y omnímodo poder, ocultaron al pueblo las verdades que habían descubierto, y dieron un sentido diferente a los emblemas que exponían a las miradas del vulgo ignorante.

Descompusieron el aire y la materia y creyeron que sus principios constituyentes eran la Sal, el Azufre y el Mercurio. Elementos que incorporaron posteriormente en nuestros cuartos de reflexión para que posteriormente fuera parte de nuestra formación. De estas tres materias formaron un triángulo que llegó a ser, con mucha más razón aún, un principio de culto, por considerarlo como un conjunto del gran motor de los seres animados, por lo que le dieron el nombre de Dios. Los hebreos le llamaron Jehová o verdadera alma de la Naturaleza. Colocaron este triángulo en el centro de varios círculos y de cuadrados inscritos para indicar el principio vivificador extendiendo sus ramificaciones sobre todo lo creado. La última parte de la piedra nos da el triángulo o el gran todo.

Los instrumentos que decoran este chaflán son los primeros que se emplearon y que se emplean aún en el estudio de las matemáticas.

Durante el largo transcurso de los siglos, los sabios fueron ensanchando el dominio de la ciencia, y a medida que perfeccionaron sus conocimientos fueron haciendo nuevos descubrimientos más interesantes, encontrándose los más principales en la cuarta cara de la piedra cúbica.

Esta cara nos representa un gran círculo dividido en trescientos grados, que el Sol recorre periódicamente en el transcurso de las veinticuatro horas.

Dentro de este círculo se distinguen tres triángulos que forman veintisiete casillas, dentro de las cuales se halla contenido el órden invariable de todos los principios conocidos. Para concebir y comprender este lado es necesario empezar por el triángulo del centro llamado el gran todo, que nos representa la divinidad o el alma de la Naturaleza.

Desde este punto central podremos admirar todas las maravillas que nos rodean, y veremos al hombre colocado sobre este vasto Universo como admira conmovido y asombrado el espacio infinito de la bóveda celeste, lo que excitó su curiosidad empeñándole en el estudio y la observación para conocer la Naturaleza en su conjunto y el movimiento de los astros que tanto asombro le producían. Descompuso la luz y descubrió en ella tres colores principales: el rojo, el amarillo y el azul. Los colores intermedios no son más que medias tintas formadas por la mezcla de dos de aquellos reunidos: por ejemplo, el rojo y el amarillo que dan el color de naranja; el amarillo y el azul que componen e verde; el azul y el rojo que producen el violeta.

El blanco no es color, porque es la luz, así como el negro no es más que la negación de esta.

Hizo luego otros descubrimientos que le dieron el conocimiento de los tres reinos: el animal, el vegetal y el mineral.

Creyó notar que el globo se componía de una materia llamada tierra, mezclada con agua y sal.

Sus investigaciones fueron extendiéndose más aún y descubrió la eternidad de la Naturaleza en su contínua renovación, el poder todopoderoso de la Divinidad, de la que el Sol fué el símbolo durante muchos siglos, por la influencia vivificante y fecundizadora que ejerce sobre toda la vegetación. Por esto los primeros pueblos le rindieron homenaje considerándolo como un dios eterno y bienhechor.

Ensanchando el circulo de sus conocimientos, el hombre quiso medir una superficie. Apercibiéndose de la necesidad tomar un punto de partida que dirigiéndole a otro le dió la línea; llegó a encontrar los ángulos, obteniendo por este procedimiento el cubo y la superficie exacta de los diferentes cuerpos.

Tuvo luego la temeridad de querer medir el tiempo, y llegó a conseguirlo. Admirando la perfección de algunos de cuerpos, y la deformidad de otros, concibió la proporción.

Observó que la materia tenía muchos grados de flojedad y de dureza, y esto le dió idea de la solidez de la una y de la debilidad de la otra para las construcciones.

La necesidad de alimentarse le obligó a buscar en la tierra la reproducción de algunos frutos que le eran gratos; entonces se dedicó al cultivo, y de este nació la Agricultura. Tuvo necesidad también de ponerse al abrigo de la intemperie del tiempo, y de sustraerse a la voracidad de los animales feroces, y esto le hizo pensar en construirse algunos abrigos en las cuevas de los montes, y algunas cabañas en los prados, y de aquí tomó origen la Arquitectura que la vanidad perfeccionó rápidamente.

La contemplación de los cuerpos celestes excitó su curiosidad, y esta le condujo al estudio de la Astronomía.

Esta ciencia, puesta en práctica por los Magos, que predecían la aparición de los cometas, y las épocas en que tendrían lugar los eclipses, ayudó poderosamente a establecer los misterios de la religión, y dió orígen a la Metafísica. El viento, el granizo, el rayo, el trueno, el frio y el calor, excitaron en el hombre el deseo de querer conocer la sustancia del aire, y esto le condujo naturalmente al descubrimiento de la Física experimental, demostrándole esta la existencia del fuego en todas las materias que componen el globo.

Penetrado de estas verdades, se dedicó al estudio de la materia en general. Se apoderó de los vegetales y de los minerales, y trató de descubrir sus propiedades, hasta que habiendo encontrado el medio de descomponerlas, obtuvo la Química, de la que se sirvió para establecer la Medicina, en lo que fué necesario admitir la adición de las dosis benéficas y la sustracción de todas aquellas que podrían ser contrarias. La superstición introdujo la relación de los números combinados con las mezclas, lo que al parecer debía producir grandes bienes. Los Magos practicaron la ciencia de Esculapio, aplicándola a la curación de las enfermedades, adquiriendo con esto tal preponderancia que exagerando la gran veneración que ya inspiraban les llegaron a tomar frecuentemente por semidioses, a los que rindieron toda clase de homenajes.

En los cuatro ángulos se hallan indicadas las artes, cuyo principio está basado en la naturaleza.

La voz y el sonido, nacidos con el hombre, así como en los animales, y el canto de los pájaros, crearon la armonía, a la que se dió el nombre de Música, siendo esta la primera de las artes que se cultivaron: esta fué base de la armonía del lenguaje, y de la elocuencia que inspiró a los poetas que la emplearon para cantar la gloria de los héroes y de los dioses.

El hombre, examinando las piedras que la naturaleza había formado, encontró que estas ofrecían algunas semejanzas con los seres animados e hizo de ellas sus dioses penates; con el transcurso del tiempo imitó estos objetos, valiéndose de la tierra y de la madera, y tratando de perfeccionar todo lo que la naturaleza y la casualidad habían dejado imperfecto, según su modo de ver, fué apareciendo paulatinamente la escultura: esto les condujo naturalmente a trazar algunos rasgos o dibujar algunos detalles sobre la piedra 6 sobre la madera, para determinar y perfeccionar las formas, y por consiguiente nació el dibujo; siguiendo el desarrollo progresivo del buen gusto, pronto concibieron la idea de adornar estos trabajos con los colores que les eran propios, valiéndose de tierras diferentes, mezcladas con el carbón y pronto la Pintura vino a herir la vista del hombre, seduciéndole por la ilusión que producía.

Aunque había sido el último en ser conocido llegó sin embargo este arte a alcanzar, al igual que los otros, un alto grado de perfección que se evidenció en épocas posteriores.

Los siete planetas que decoran el chaflán superior nos revelan la remota antigüedad de los personajes que gobernaron la tierra, los que fueron después colocados en el cielo por aquellos que los habían admirado.

El sol representa a Apolo, dios de la luz, de las ciencias y de las artes; en lo moral indica los primeros resplandores de la luz celeste.

La luna representa la diosa Diana, hermana de Apolo: esta era la luz nocturna y tenebrosa de la inteligencia, o sea la luz de segundo órden.

Marte, dios de la guerra y de los combates, presidía las batallas.

Mercurio es el intérprete de la luz divina, y su caduceo el de la elocuencia y de la verdad.

Júpiter, el señor de los dioses, emblema de la inteligencia y del poder divino, parece indicarnos que fué uno de los gobernantes más grandes y poderosos de la tierra.

Venus, la diosa de la belleza, madre del amor, que conduce a la fecundidad.

Saturno, dios del tiempo, que nace diariamentece y se destruye, renovándose y reproduciéndose sin cesar. Los antiguos nos lo representan devorando sus hijos (los días, que corren tras nosotros).

Los atributos que adornan el capitel o chaflán nos anuncian los sacrificios y las ofrendas que se practicaban en los cultos de la Antigüedad, de los cuales aún conservamos algunas costumbres.

En la base del gran triángulo se hallan trazados dos semicírculos, en los que se hallan indicados los dos principios, Divinidad y Naturaleza, que son sinónimos para todo verdadero masón. Hallándose sometido todo en la Naturaleza, a una organización y marcha periódica, todo nos anuncia también que debe existir un gran motor, que atrae nuestra veneración, obligándonos a pensar que no puede existir nada que le sea superior. La estrella flamígera es su símbolo más característico, que se halla de manifiesto en los tres primeros grados, y que se vé trazada en esta piedra en la tapa superior, o sea en la cúspide que representa el cielo, morada eterna de la divina Providencia, a la que rinden culto los masones, bajo el título de sublime Arquitecto de los mundos.

Después de una ardua investigación, sobre la temática de la piedra Cúbica o filosofal basándonos siempre en los criterios de aquellos estudiosos que en diferentes literaturas han dejado un cúmulo extraordinario de conocimientos sobre ellas, hemos llegado a la conclusión de que las herramientas las tenemos lo que es vital su utilización, no podemos conformarnos con las simples enseñanzas de las diferentes liturgias, es necesario la investigación literaria, profundizar en el sentido polisémico de cada símbolo para entender la gran obra de la masonería.

No hay duda entonces que las ideas reflejadas en este trabajo nos enseñan que el mecanismo del símbolo de la piedra nos va mostrando un lenguaje doctrinal filosófico procedente de las raíces más ancestrales de nuestros misterios.

Por eso la vigencia universal de sus enseñanzas no se deja mostrar fácilmente y quienes han logrado penetrar en sus significados múltiples, irán develando sus variadas interpretaciones.

Logrando la verdadera transmutación de los metales impuros en metales puros que no es mas que la transformación del hombre en su depuración interior, descubriendo en su conciencia sus propios errores y librándose de ellos, es ahí el mandato de conócete a ti mismo, que contiene además un segundo imperativo: busca la verdad y practica la virtud. Esa invitación a una vida bella llena de conocimiento y en resumen la esencia del pensamiento filosófico más depurado y ese es también el mandato ético e intelectual que orienta la vida del hombre sabio y del verdadero masón, tenemos que ser albañiles y contuctores de nuestra propia vida, entramos en la institución siendo una piedra en bruto y en ella nos convertimos en piedra Cúbica o filosofal.

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