En nuestra sed de
conocimiento, intentamos comprenderlo todo y explicarlo todo... hasta lo
inexplicable. Intentamos en vano de comprender todo y comprender a Dios,
percibir y comprender su omniconsciencia, ominipotencia, omnipresencia,
omnisciencia a través de los actos de la vida. Intentamos, gracias a nuestros
radiotelescopios, de entreverlo aunque sea un solo instante en el universo...
vana búsqueda. La total abstracción de Dios lo vuelve definitivamente invisible
a nuestros ojos curiosos y a nuestra mente inquieta. Gracias a nuestros sentidos
que, a pesar de que en nombre de la razón, han perdido sus instintos
primordiales, intentamos comprender la abstracción divina. Gracias a la
Tradición Sagrada que hemos heredado de nuestros ancestros educados en las
religiones primitivas, podemos definir su principio; pero queremos otra cosa,
queremos más; no nos satisfacemos solo con los efectos; queremos la causa,
queremos la realidad, queremos la revelación, la concreción de nuestra esperanza
y de nuestra fe en lo desconocido, en lo irrevelable que queremos ver revelado.
La comprensión de lo que es Dios, es de la mejor imposibilidad; para la
ciencia, Dios es una causa; para la filosofía, una idea; para la religión, una
persona. Dios es para el científico una fuerza primordial; para el filósofo,
una hipótesis de unidad y para el religioso, una experiencia espiritual
viviente. La creencia en un "Principio Creador" es uno de los fundamentos
de la Masonería universal, ya que originado en numerosos años de operativismo
de la construcción, los Masones saben que nada puede ser creado sin Creador; el
Universo y la vida no escapan a ese principio; pero, ¿ Cuál es el origen de la
fuerza que puede generar tanta potencia, tanta creación, tanta armonía? ¿Es
efecto o causa? ¿Dónde está situada? ¿En Dios?. Pues, si la fuerza está en
el universo ¿Dónde está Dios?. Viviendo en una civilización educada en
la religión judeocristiana explicando que Dios es nuestro Padre Creador, lo
imaginamos beatamente como nuestro genitor, tal como nuestro padre carnal; es
por eso que nuestra tradición popular lo representa como un patriarca bondadoso
y barbudo.
Siendo el Creador, Él reina tal como un Rey sobre su creación y tal
como un Monarca, Él está sentado sobre su trono. Estando en el "cielo", su
trono no puede estar situado sino sobre las nubes; es bajo está forma que
nuestros ancestros nos transmitieron, hace mil generaciones, la imagen
del Creador.
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