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Capítulo de San Juan I, Versículos 4-9




(4) “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. (5) La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. (6) Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. (7) Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. (8) No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. (9) Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”

En él estaba la vida (zoe, vida espiritual), y la vida era la luz (fuego, resplandor) de los hombres.”

Cristo es quien permite al creyente conocer la vida espiritual que Dios ha dispuesto a través de la redención del hombre, y nos permite entender que la vida espiritual es luz, luz divina que alumbra a los hombres para volver a Dios.

Ahora, esto no significa simplemente que Él estaba vivo, aunque claro es que eso es verdad. ¡Había vida en Él! Pero, el hecho es que los hombres necesitan de vida. Vivimos en un universo en el que prevalece la oscuridad espiritual. Los seres humanos se encuentran en rebelión contra Dios, y el pecado les enceguece con respecto a Dios; están muertos en delitos y pecados, según lo que dice la Biblia en Efesios 2:1. Y permítanos citar ese pasaje. Dice allí el apóstol Pablo: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados." Lo que los hombres necesitan aun hoy en día, amigo oyente, es la vida. "En él pues, estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres." Y la vida que Él da es lo único que puede encender la luz en el corazón del individuo.

Juan 1:4-5 “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” (5) “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.”

Juan quiere dejar todo argumento en contra de la divinidad de Cristo, sin base, por eso apela a las escrituras, al antiguo testamento para dar a conocer a los creyentes que recibirían este evangelio, la verdad sobre Cristo, sin tapujos, ni mentiras. Una revelación completa de su Señor a quien sirve y a quien por revelación divina defiende con los argumentos de la escritura y la revelación divina de esta.

Jesús es la luz. ". . . y la vida era la luz de los hombres." Ahora, Jesús es contrastado con Juan el Bautista. Leamos los versículos 6 y 7:

Juan 1:6-7 "Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.“

Juan el Bautista dio testimonio de la luz. Él no era la luz, simplemente dio testimonio de ella. Juan quiere dejar claro que todo tiene un propósito dentro de la creación, y Juan bautista no sería la excepción. Juan vino para dar testimonio de la luz, a fin de que su testimonio de cambio por la predicación del arrepentimiento surtiera el efecto necesario y preparara el camino para la llegada del mesías a su pueblo. Muchos, sino todos habían escuchado de Juan, un hombre que vivía en el desierto y se alimentaba con lo que la naturaleza le proveía, vino como testimonio de la verdad para llamar a pecadores al arrepentimiento y para preparar a algunos de sus discípulos para que continuaran su camino con el Maestro.

Continuemos con los versículos 8 y 9:

Juan 1:8-9 "No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.” (9) “Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo."

Juan sigue el énfasis claro sobre la luz (que es Cristo), pero nos permite entender que quienes sirven al propósito divino se convierten en espejos que reflejan la luz divina a la creación. Somos testigos de la luz de Dios para la humanidad que adolece de ella. Todo aquel que se ilumina, lo hace a través de la luz divina, esa que vino a este mundo y nos dio a conocer el camino de salvación.

Aquí tendremos que aclarar que el mundo (kosmos), en este Evangelio, es un mundo en rebelión contra Dios – un mundo oscuro. El hecho de que la luz entra en el kosmos o que Dios ama al kosmos (3:16) no es un patrocinio del kosmos, sino que rinde testimonio a la capacidad de Dios para amar.

Tenemos aquí una declaración sobre la luz y la palabra. Porque la luz viene de la Palabra de Dios. Sin la Palabra de Dios, no hay luz. Cuando los hombres vienen a la Palabra de Dios, entonces, están expuestos a la luz. El apóstol Juan, en su primera carta, capítulo 1, versículo 7, dice: "Pero si andamos en luz, como él está en luz". Ahora, ¿Cuál luz? La luz de la Palabra de Dios. Ésta luz "alumbra a todo hombre que viene a este mundo". Eso es, alumbra a cualquier hombre que venga a la luz. Es simplemente como el sol que brilla sobre cada hombre que sale a recibir la luz del sol. Pero, hay quienes, figurativamente hablando, están por allí abajo en sus cuevas, a los cuales la luz del sol no llega. Es necesario venir a la luz.

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