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La Alquimia y la Piedra Filosofal


El monje benedictino Basilio Valentín nos dice en su tratado " Las doce llaves de la fila" que "...la piedra de los antiguos, procedente del cielo, para la salud y el consuelo de los hombres en este valle de lágrimas, es como el tesoro terrenal más precioso..." y,  en  mi opinión, también el más legítimo.

El primer trabajo del alquimista rosacruz consiste en encontrar la Materia prima, formada por uno o varios materiales, que como todo ser vivo, están compuestos por tres principios llamados simbólicamente: Azufre, Mercurio y Sal.

El trabajo físico del alquimista se basa en " Solve et Coagula", es decir, separar y unir, ya que es a través de la Gran Obra, que el hábil operador separa sus materiales en sus principios esenciales para puruficarlos y unirlos de nuevo dentro de su Huevo Filosofal (Vasos Químicos) en un ciclo de purificación y perfeccionamiento contínuo con la ayuda de su Atanor (Horno Alquimico). 

A través de este proceso de mejora, pasa por diferentes fases identificadas simbólicamente con los siguientes nombres: Trabajos de Hércules, Mercurio, Saturno, Júpiter, Luna, Venus, Marte y Sol.

Durante esta gran cocción y a medida que la materia se transforma y se purifica, se cumplen dos etapas particularmente importantes, la del Diamante ( piedra Blanca) y finalmente la del Rubí ( piedra Roja) de la que surgirá la piedra Filosofal.

El alquimista rosacruz es un hábil ayudante de la Naturaleza por la Gracia de Dios. Su laboratorio, el lugar donde trabaja y reza, es de suma importancia y de carácter eminentemente místico. Mediante los procesos de disolución, putrefacción, destilación, sublimación, conjunción, fijación y lapidación, reproducen los ciclos y procedimientos de la Naturaleza.

El Laboratorio tiene tres dimensiones: El Universo, propiamente dicho, su cuerpo y su Sanctum, donde se recoge y realiza sus experimentos expandiendo su conciencia.

La piedra filosofal se elabora en el cuerpo físico del hombre, el laboratorio del Espíritu que contiene todos los elementos necesarios para producir este elixir de vida. Es el propio alquimista quien se convierte en la piedra filosofal. La sal, el azufre y el mercurio, contenidos emblematicamente en los tres segmentos de la columna vertebral que controla los nervios simpáticos, motores y sensoriales, se encuentran regidores por el Fuego Espinal de Neptuno, constituyendo los elementos esenciales en el proceso alquimico.


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